Menudo chasco me he llevado con la opera prima de Frank Miller para la gran pantalla. No esperaba que pudiese alcanzar los niveles de la estupenda Sin City (Robert Rodríguez y Frank Miller, 2005), pero sí creía que un creador de comics como él podría sacarle más jugo a una historia que yo particularmente desconocía y que me ha decepcionado, mucho.
Partiendo de que el argumento es malo, los diálogos son penosos ("¡Qué alguien me traiga una corbata, y que sea roja!", grita Spirit dispuesto a comerse el mundo a puñetes), por no hablar de las digresiones / idas de olla del protagonista hablando de la ciudad, su ciudad, su todo, yo pensaba que la imagen, que esa recreación de la viñeta iba a estar más trabajada, más pensada. Y, una vez más, se equivocó la bolboreta. Se equivocaba.
No me puedo quitar de la mente el incio del film, con un Spirit que corre a trompicones por los tejados de Central City, recreado por ordenador con tan mala factura (y baba, añadiría) que las carcajadas han de reprimirse para no molestar al sufrido espectador, no vaya a ser que le guste la película (si os cuento que me las he visto para encontrar una imagen decente para el post no me creeríais, pero así ha sido amigos).
Y si nos referimos a los participantes que dan la cara por el director, no van a salir mejor parados. De Paz Vega no quiero ni hablar, porque no merece la pena gastarse la huellas dactilares tecleando para mencionar su "trabajo" inexistente.
Eva Mendes, qué decir de una actriz de la que es obvio, y mucho, el saber por qué le contratan.
De Gabriel Match se podría decir que está correcto, poco más.
De los que sí que quiero hablar, porque son los que salvan la película, si es que eso se puede lograr, que lo dudo, es de Samuel L. Jackson y Scarlett Johansson. El malo malísimo es una coña marinera, realmente ridículo y desquiciado en sus papeles de nazi, ruso y japonés (un personaje que se interpreta en múltiples facetas, acompañado de decorados especialmente pixelizados para la ocasión - que no pixelados). Jackson está muy bien en el papel de este Octopus (¿pero cuántos villanos han sido bautizados así?) tan loco que engancha. Me gustan sus patillas, su atrezzo personalizado y personalizable, todo. Está muy bien.
Y como contrapunto la rubia Johansson, muy seria y eficiente ayudante, más bien cerebro cabal, de Octopus. Es consciente de su atractivo, quizás más evidente en su cerebro que en sus curvas (al contrario que la Mendes) y lo explota al máximo (y hablo de personaje, pero también de actriz). Lo dicho, es por ellos que el film se salva, que si no...
Ahora lo dejo en vuestras manos. Vosotros, sabios cinéfagos, sabréis canalizar la mala leche que aquí plasmo y decidir si merece la pena o no gastarse los cuartos. Ya me contaréis.
¡Salud!