Yo abogo por la complejidad, por un tipo de cine que no está de moda, un cine sin las facilidades seductoras de la aventura superficial; un cine que duela, que conmocione en las profundidades; un cine de estética deslumbrante, pero también de deslumbrante sencillez, o de deslumbrante complejidad; un cine de autor porque detrás de cada buena imagen hay alguien con talento que la crea, y sobre todo porque ese alguien me cuenta cómo ve él la vida - sólo él, su punto de vista, sus inquietudes - y me enriquece con su visión; un cine a veces difícil de ver, complejo, inteligente y sobre todo sensible.
sábado, diciembre 25, 2010
AÑO NUEVO Y CINE ESPAÑOL
Yo abogo por la complejidad, por un tipo de cine que no está de moda, un cine sin las facilidades seductoras de la aventura superficial; un cine que duela, que conmocione en las profundidades; un cine de estética deslumbrante, pero también de deslumbrante sencillez, o de deslumbrante complejidad; un cine de autor porque detrás de cada buena imagen hay alguien con talento que la crea, y sobre todo porque ese alguien me cuenta cómo ve él la vida - sólo él, su punto de vista, sus inquietudes - y me enriquece con su visión; un cine a veces difícil de ver, complejo, inteligente y sobre todo sensible.
lunes, septiembre 27, 2010
¡EXTRA, EXTRA!
Noticia de última hora. Acaba de salir el segundo número de Ojo de buey, interesante publicación de la que soy colaboradora. En esta ocasión está dedicado a David Fincher. No os perdáis mi interpretación de Seven y la revisión de un clásico de Louis Malle, Zazie en el metro.
http://ojodbuey.blogspot.com/
martes, mayo 11, 2010
LA ISLA INTERIOR (DUNIA AYASO Y FÉLIX SABROSO, 2009)
Cartel de la película.
Lo primero es lo primero y debo comentar que no he visto las películas anteriores del tándem Ayaso - Sabroso, por lo que mi desconocimiento de su trabajo es absoluto. No obstante, sí sé que suelen decantarse por el género de la comedia y que, a partir de Los años desnudos (2008) han cogido un camino orientado al drama que, en el caso que nos ocupa, es el género dominante.
Los cineastas proponen una pequeña historia ambientada en la isla de Gran Canaria, localización útil a la hora de situar a unos personajes que, cuanto menos, están aislados de todo y de todos. Este hecho me recuerda al cine de mi admirado Kim Ki - duk, siempre preocupado por el tema de la soledad y la incomunicación en la sociedad actual. La referencia puede ser válida desde el momento en que las relaciones que aquí se establecen son tan fuertes como lo es el amor fraternal que se deben todos y cada uno de los personajes protagonistas, un amor tan poderoso como el que se manifiestan / niegan los personajes creados por el cineasta surcoreano.
Una familia compuesta por los tres hijos, adultos ya, de un padre esquizofrénico y de una madre controladora. Cada uno afronta sus problemas como puede, en soledad y sin encontrar comprensión por parte de los demás: Martín vive fantasías creadas por su mente y adolece de obsesiones maníaco depresivas; Coral huye del dolor buscando amor y comprensión donde nunca podrá hallarlos; Gracia cree ser feliz en un mundo ficticio, el de la serie televisiva que protagoniza con éxito. Curiosamente, en lo profesional no han encauzado sus vidas tan mal. El verdadero problema radica en la familia, en cómo sobrellevar una problemática que es real y que nadie parece querer ver.
Pero empecemos a desenladrillar el cielo un poco. Permiso...
Atención: Spoilers
Martín, Coral, Gracia y Victoria escuchan al médico, cada uno a su manera.
Atención a las expresiones de los rostros: son el resumen perfecto para cada uno de los caracteres.
Lo primero que he de decir, y con ello hago un breve resumen de lo que sigue, es que me quedé con las ganas de alzarme de mi butaca y aplaudir a rabiar. No lo hice porque una está bien educada y concienciada como para hacer el tonto en el cine, pero ya les digo que en el salón de mi casa me hubiese desquitado a placer.
Lo de Geraline Chaplin es algo a lo que ya estamos acostumbrados, pero no deja de sorprenderme la naturalidad de esta mujer que se ve tan frágil físicamente y, sin embargo, es capaz de crear unos personajes tan fuertes. Victoria es una mujer que, ante todo, apoya a su marido, su amor verdadero pese a lo sucedido en una etapa de sus vidas (descubrimiento horrible que hace el espectador y que condiciona los sucesos posteriores). Esta señora que traspasa la pantalla es maravillosa, digna hija de su padre.
Cristina Marcos da cuerpo y espíritu a un personaje sumamente frágil (todos lo son) y tierno. Su desesperación al comprobar como aquél al que ama y del que espera un hijo no está ni siquiera interesado en ella la lleva a sentirse diminuta hasta que su enfermedad mental (y la ausencia consentida de medicación) le lleva a crear situaciones terribles. Cualquiera podría ponerse en la piel de esta mujer que ha de abortar ante la imposibilidad de estar estable mentalmente y tener el bebé (no puede medicarse estando en estado). A pesar de todo ello, y de sus miradas de extrañeza al reencontrarse con los suyos (su personaje parece sentirse un tanto marciano al volver al hogar), no pierde la sonrisa y trata de comprender motivaciones como las de padre a la hora de abusar de su otra hija, Coral, interpretada por Candela Peña con gran acierto.
Es Coral la más fuerte de los tres hermanos, la más independiente (a nivel de la familia, eso sí, porque luego vemos como está totalmente enganchada a una relación con su jefe, interpretado por el enorme Antonio de la Torre, que no le beneficia en absoluto). Peña compone un personaje que se rebela y que estalla en el momento menos pensado, desencadenando así la tragedia. La escena en que se enfrenta a su padre (Celso Bugallo) con una rabia descontrolada es memorable y es la catarsis que necesitaba desde hacía mucho tiempo.
Coral y Martín se miran tras la escena en la que ella rompe con el tabú familiar.
Pero, para mí, es el personaje de Martín el más interesante de la película. El trabajo de Alberto San Juan es brillante, una vez más. De un tiempo a esta parte lo estoy encontrando en distintos proyectos y considero que ha crecido tremendamente como actor y que es uno de los valores seguros que tiene el cine español a día de hoy. Nos quejamos mucho del cine que se hace en este país pero lo cierto es que, como digo, contamos con buenísimos actores y San Juan es una buena prueba de ello (¿para cuándo una entrada dedicada a él? Pues, como la cosa siga por estos derroteros, antes de lo que ustedes piensan). El actor nos hace un regalo con el papel de Martín, profesor de Literatura enamorado platónicamente de una alumna (una pena que la joven actriz, Gara Mora, no sepa / pueda estar a su altura a la hora de darle la réplica), absorto en sus cavilaciones de tal manera que no puede darse cuenta de la tragedia vivida en su casa años atrás (es maravilloso el momento en que le dice a Coral que no recuerda lo que allí pasó), un enfermo, al fin y al cabo, que despierta una ternura infinita. Alguien debería cuidar a este niño encerrado en el cuerpo de un atractivo hombre evitando caer en la sobreprotección materna que, al final, es lo que más daño puede causarle (ya iré a París, ya tendré tiempo de escribir mi novela).
La película termina habiendo pasado muchas cosas, pero con un reultado similar al del comienzo. No sabemos si los tres hermanos conseguirán salir adelante con un mínimo de felicidad en sus vidas. Parece que no son capacer de unirse ante la adversidad y, por parte de Victoria, la madre, no podemos esperar la menor ayuda: ahora que falta su amado seguramente se convierta en una muerta en vida. Un drama familiar con todos los ingredientes.
Ayaso y Sabroso nos cuentan estas historias complejas, un muestrario barroco (por la complejidad de los caracteres que la conforman y si ánimo de desprestigiar el film con un adjetivo que no se debe entender como peyorativo) de cómo las familias pueden llegar a ser una mordaza, una soga al cuello que, en determinados momentos, asfixian hasta el límite.
Se trata de una película correcta, con una estupenda dirección de actores que ponen todo de su parte para contar con enorme realismo una historia conmovedora que coloca nudos en la garganta y que, de ser algo menos almodovariana en su estética, sería de matrícula de honor.
jueves, mayo 06, 2010
ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (ALICE IN WONDERLAND, TIM BURTON, 2009)
Ya sabía yo que lo de las decepciones iba a ser la tónica habitual de este año cinéfilo. Tal vez no sea muy recomendable esperar ciertas películas con ansiedad pero, en algunas ocasiones, es inevitable (y ésta era una de ésas). Tim Burton tiene la culpa, ¡que le corten la cabeza!
Claro, una va tachando días, semanas y meses en el almanaque con la esperanza de no sentirse defraudada pero al empezar a escuchar noticias de refilón (a pesar de haber amordazado a ciertos amigos que, muy amablemente, se callaron sus opiniones por no condicionar a la que ésto escribe) y ver ciertas imágenes no puede reprimir un instinto animal que le dice que no va a salir satisfecha del cine. Y el instinto, que no es humano, no falla. Claro que no.
Aún así decidí cumplir un ritual importante para este tipo de cine de consumo masivo y, extremando las precauciones, acudí a una sala pequeña, en 2D (ya hablaremos de ello más adelante) y a horas intempestivas. Tres personas ante la pantalla. Genial. Shhhh, que empieza la película.
La primera impresión que tengo es que Alicia no me convence. Es demasiado tétrica, incluso para Burton. Esas ojeras y la palidez de su rostro... No la acabo de ver, no en el mundo en el que habita. Pero tal vez ésa sea la intención del cineasta, mostrarla como uno más de sus bichos raros, personaje extraño para aquellos que le rodean, cercano para aquellos que espiamos a través de la pantalla. El caso es que a mí me deconcierta y desconcentra pero bueno, tal vez el problema sea mío. Sin embargo, el trabajo de Mia Wasikowska no me disgusta y está bastante creíble en todo momento, con la cara de extrañeza que se supone debe tener una joven que no recuerda nada de su periplo previo por el País de las Maravillas.
Atención: SPOILERS.
Gracias. Ya estoy con ustedes de nuevo. He dicho periplo previo, sí. Parece ser que Mr. Burton no deseaba hacer un remake de la película homónima realizada por Disney en 1951, aquella que todos conocemos y con la que, seguramente, hemos ido al cine a ver esta nueva versión del texto de Lewis Carroll. Así es y el guión recoge el mencionado texto que inspiró a la factoría de sueños, la segunda parte del mismo, Alicia a través del espejo, y otros textos del escritor, como el denominado "poema sin sentido" Jabberwocky. Con todo este material la historia se modifica sustancialmente, lo cual es todo un acierto por parte de Linda Woolverton, guionista del film. Sin embargo, toda adaptación, y más si se trata de un texto ciertamente extenso (o varios, como es el caso), conlleva una serie de problemas más o menos disculpables. Pero en este caso no lo son.
Vayamos por partes.
La película comienza con una Alicia de 19 años, una novedad interesante como ya veremos, condenada a llevar una vida convencional en una sociedad opresiva. Pero se trata de una joven diferente y por eso será la elegida para luchar en una guerra que es más suya que la propia.
Todo esto es nuevo para el espectador pero es interesante. ¿Qué sucede con Alicia cuando crece? Lo normal sería que, como Wendy, perdiese la inocencia y con ella la magia; afortunadamente no es así y es capaz de volver al mundo que la dejó marcada de una forma inconsciente,y recuperar parte de lo olvidado, ahora para siempre jamás.
A partir de ese momento es cuando la historia empieza a tomar cuerpo (el prólogo resulta un tanto insustancial) y es cuando una servidora entra en un estado de saturación importante. Sucede que el espacio imaginado por Burton resulta demasiado barroco, recargado en exceso y, en ese marco, somos llevados a un ritmo vertiginoso de una situación a otra sin respiro y sin profundización alguna. Me explico: la impresión que tengo al ver la película es de un bonito y adornado envoltorio que recubre una caja vacía; pasamos de un personaje a otro con prisa, sin la menor intención de ahondar en el carácter de los mismos. Esto hubiera sido lo acertado y es por ello que la carencia más grande de que adolece el film es el guión. Un totum revolutum de pequeñas historias y personajes que podrían estar bien tramados, que podrían ofrecer un significado profundo para el espectador y que se queda en mera guerra buenos vs. malos.
Y ni siquiera consigue esta premisa porque podemos comprobar cómo la cabezona Reina Roja no es tan malvada como debiera y la Reina Blanca delega las maldades en otros, como si de un coloreado Poncio Pilatos se tratase. Porque si se trata de hacer una versión para adultos hagánla con todas sus consecuencias y si hay que mostrar la maldad dejen que se vea un ajusticiamiento o algo similar, ¿no creen? Las medias tintas no suelen funcionar y parece ser que así es en este caso.
¿Cuál es el problema? El problema es la ambición de querer llegar al mayor número de espectadores (niños, mayores, jóvenes palomiteros, seguidores burtonianos, excépticos del cine del tétrico cineasta - los cuales se habrán quedado a gusto, sin duda - ...) sacrificando lo que sea necesario con tal de hacer caja y aumentar números. La misma premisa que se esgrime al pretender exhibir en 3D una película hecha en 2D. ¿Era ésto necesario? Tratar de cabalgar la misma ola que James Cameron con Avatar (no puedo hablar de ella y creo que nunca lo haré) no es la mejor solución; no olvidemos que un espectador defraudado es un espectador perdido para futuras ocasiones.
Está claro que Tim Burton ha vendido su alma al diablo (¿Avril Lavigne?), ha vuelto a esos orígenes que tan poco apreciaba (sus inicios en Disney son interesantes y, probablemente, los causantes de que su cine haya discurrido por los derroteros por los que ha ido. Hasta hace bien poco) y el resultado no es satisfactorio (y miedo me da lo que puedan hacer con Frankenweenie).
lunes, abril 19, 2010
CIUDAD DE VIDA Y MUERTE (NAIJING! NAIJING!, LU CHUAN, 2009)
Cartel de la película.
Atención. Spoilers.
Lo que aquí se narra es la ocupación de la ciudad china de Nanking por parte de las tropas japonesas en el invierno de 1937. No se trata de un episodio demasiado conocido y siempre ha sido objeto de polémica entre ambos países, que no se ponen de acuerdo a la hora de cuantificar el número de víctimas de una masacre que no deja de serlo ya sean 3 o 300.000 los muertos. A simple vista parece que Lu Chuan lo tiene claro y su deseo es mostrar la crueldad de unos soldados que no reparan en gastos a la hora de cometer atrocidades. Para ello elige unos determinados personajes, algunos reales, algunos ficticios, y los sigue a lo largo de dos meses en la capital de la República de China con una fotografía en blanco y negro apabullante que le permite regalar al espectador con numerosos planos realmente hermosos y emotivos.
Se ha escrito mucho sobre las similitudes con ciertas películas como La lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993) o El pianista (Roman Polanski, 2002) y lo cierto - y la pena - es que así es. Para empezar nos encontramos con un reparto de personajes tipo realmente manidos. Tenemos al soldado bueno desde el principio, que siente horror ante las acciones de sus compañeros; el soldado malo que acaba por ablandarse ante la actitud del cobarde que decide ser valiente y morir por la causa; la mujer fuerte que no duda en ayudar a los demás aunque tenga que dar su vida a cambio; los foráneos que adoptan la causa como propia a sabiendas que nada puede pasarles debido a la inmunidad diplomática... Creo que no es necesario continuar.
Como digo, la trama es harto conocida pero también es cierto que nada nuevo puede esperarse ya de una guerra o de una invasión como la que aquí presenciamos. Sin embargo, tal vez el enfoque, de ser distinto, hubiera dado lugar a un film que dejase menos que desear. No por casualidad hay escenas que parecen calcadas de las películas antes mencionadas, como por ejemplo, el momento en que tiran a la hija del Sr. Tang por la ventana. Ante esto el espectador no puede menos que rememorar aquella escena de El pianista en que un hombre inválido era arrojado por la ventana, silla de ruedas incluida, ante la horrorizada mirada de sus familiares y vecinos.
Y en cuanto al guión, a pesar de que no es demasiado original, la historia que se nos narra es interesante. Queremos saber qué sucede con los personajes (con unos más que con otros) y nos emocionamos antes hechos que se desarrollan ante nuestros ojos con crudeza; sin embargo, hay algo que molesta sobremanera y es el hecho de pretender darle a la película un tono épico del que carece y que no está justificado en modo alguno.Y parte de la culpa la tiene la banda sonora, totalmente desequilibrada y poco ajustada al tema y la época. Me explico con un ejemplo: estoy pensando en el momento posterior al ajusticiamiento de cientos de soldados chinos, cuando un soldado es encuadrado por la cámara, desde la espalda, mientras observa un campo plagado de cuerpos muertos y se escucha una música de tambores que se va haciendo más intensa según la cámara hace un travelling en altura con el fin de mostrar un campo más amplio y, con ello, la totalidad de la matanza. Pues bien, señores, esto no es Braveheart (Mel Gibson, 1995) ni nada que se le parezca, porque esto es lo que le viene a una a la cabeza en ese momento. Allí no ha habido ninguna lucha cuerpo a cuerpo, con o sin espadas, mostrando valentía u obediencia a los altos mandos sino un asesinato masivo, a traición y con saña. Es por ello que el tono de batalla que le da el cineasta chino está absolutamente injustificado y hace que la escena adquiera un tono surrealista que lastra la película a partir de ese momento.
Los soldados japoneses fusilan a sus homólogos chinos en uno de los momentos de la película.
Otro de los momentos molestos es el mismo final. Tras ser indultados por Kadokawa, el sargento bueno, un soldado chino y un niño que ha actuado de pequeño ayudante durante las escaramuzas en la ciudad escapan a paso lento (muy lento) de su oscuro destino y, mientras escuchan una detonación, la de la pistola del sargento que sabe (y afirma) que vivir así es peor que la muerte y prefiere quitarse de en medio, empiezan a recoger flores y a reir. Señores, no sé ustedes, pero lo que es a mí este final me molesta. Y me molesta porque después de todo lo que han vivido estas gentes no me puedo creer que hagan lo que hacen porque aunque salgan de la ciudad con vida no tienen motivos para mostrarse alegres ante el incierto futuro en un país tomado por los japoneses.
Por no hablar del momento musical con el que celebran la toma de Nanking. Esta escena es lo más absurdo que he visto en mucho tiempo en una película con ínfulas de realismo y crudeza. Como si de un videoclip se tratase, los soldados danzan al son de un tambor ejecutando un baile tradicional y ritual, avanazando por las calles con pasos similares a los que se ejecutan en una clase de tai-chi. No dudo que este tipo de celebraciones sean así, al igual que no me parece mal que se muestre, lo que no tolero es que Chuan le dedique tantos minutos a esta escena y que la ruede de la forma en que lo ha hecho. Es simplemente terrible.
Y bueno, como siempre doy una de cal y una de arena, y cuando toca hablar de la actuación no puedo si no quitarme el cráneo. Todos y cada uno de ellos hacen suyos unos personajes interpretados con realismo y credibilidad.
El gran descubrimiento es Liu Ye, un actor chino de bellísimo rostro que interpreta una de las mejores escenas de acción del film y, con mutismo absoluto, dice todo con la mirada, dando cuerpo a uno de los personajes que más me han gustado, si no el que más.
Hideo Naikazumi interpreta al protagonista, ese sargento bondadoso caracterizado por una dualidad que no deja de ser extraña porque tan pronto se muestra indeciso y embobado ante las situaciones que vive como ha de detentar un carácter fuerte que se corresponda con su rango. Éste es el personaje que tanto ha molestado al pueblo chino, algo totalmente comprensible, porque de meterse en camisas de once varas y denunciar un hecho que siempre se ha tratado con precaución diplomática es mejor no edulcorar la historia y atreverse a dar la cara ante un posible enfrentamiento de opinión. Y Lu Chuan no se atreve. Es por ello que quiere hacer ver que hubo gente que no era tan cruel pero en este caso no nos sirve y, como sucede con la fotografía, la postura debería ser en blanco o en negro porque eso es lo que demanda la historia y en este caso las medias tintas no sirven.
En Blog de cine se dice que el cineasta no se posiciona y que nos muestra los hechos tal y como sucedieron, sin juzgar ni a unos ni a otros. Yo creo que sí se decanta y lo hace de la forma menos afortunada, redimiendo a todos y cada uno de los personajes, como, por ejemplo, el ayudante del enviado nazi, Mr. Tang, que pasa de ser un cobarde a un héroe, dando una lección al terrorífico alto cargo japonés que ya no nos parece tan malo. Y no creo que que sea la manera de mostrar un tema como el aquí relatado porque la crudeza y el horror quedan diluidos y la fuerza pretendida se pierde en un quiero y no puedo.
Me gusta que las películas ofrezcan una forma bella, un envoltorio atractivo que nos seduzca, pero cuando lo que falla es el fondo no hay nada que hacer. Y Ciudad de vida y muerte falla.
jueves, abril 15, 2010
FOREVER KING OF POP
Que no pare la música.
EL EVANGELIO SEGÚN PASOLINI
Así es, en la página 253 se hace mención a El evangelio según Pasolini: una aproximación al texto, publicado en Latente. Revista de Historia y Estética del Audiovisual, nº 4, Universidad de La Laguna, 2006.
Aquí lo enlazo, por si queréis echarle un vistazo. Por mi parte, estoy que no quepo en mí de gozo.
La verdadera historia de la Pasión
martes, marzo 16, 2010
AND THE WINNER IS
He vuelto con fuerza y con ganas de guerra. Y nunca mejor dicho porque la protagonista de esta reseña es la triunfadora en la pasada gala de los Oscar 2010, The hurt locker (Kathryn Bigelow, 2008).
Lo primero de todo es darle el reconocimiento que se merece por derrotar contra todo pronóstico a la megaproducción de James Cameron, Avatar (2009) - dejemos el morbo y el cotilleo de lado, por favor. No puedo establecer comparaciones puesto que me resisto, pese a todo, a visionar cualquier cosa que tenga que ver con Pandora, pero me alegro en cualquier caso de que Bigelow haya sido la primera mujer en recibir un Oscar a la mejor dirección y con una película que, a simple vista, parece polémica. Sin embargo, no lo es. Y puede que éste sea su peor fallo.
Pero empecemos por el principio y seamos justos. The hurt locker nos habla de un determinado grupo de soldados, la compañía Bravo, que se dedica a desactivar bombas en Iraq. Desde el primer momento se nos informa de que no les quedan muchos días para finalizar su misión, sin embargo las cosas cambian cuando un ¿error? provoca la muerte del sargento Matt Thompson (Guy Pearce). Es en ese momento cuando llega el sargento James, una especie de loco temerario que no parece asustarse ante nada pero que, sin embargo, actúa bajo patrones bastante lógicos, como cuando afirma ante una bomba de enorme potencial destructivo que el traje protector sólo le sirve para trabajar incómodo porque si estalla morirá de todos modos. Pero sus compañeros, el sargento Sanborn y el especialista Eldridge, no lo ven así. Y éste es uno de los hilos argumentales de la historia: ¿hasta qué punto deben obedecerse las órdenes de un superior cuando éste rechaza cualquier tipo de norma?
Pero hay más cosas que me molestan, como por ejemplo las secuencias interminables (el momento en que abaten al especialista y, hasta que lo rescatan, se me hizo eterno; o las escenas en las que se muestra la humanidad de James que, aunque necesarias para entender el complejo carácter del protagonista, se antojan ñoñas y excesivas) o esos cameos innecesarios ya que tanto Guy Pearce como Ralph Fiennes mueren a la primera de cambio (por no hablar de Evangeline Lilly que no sé muy bien qué pinta en esta película). Nunca he entendido esta forma de actuar que no deja de ser un truco barato para conseguir el favor del público (y con esto me refiero a lo cameos de milésimas de segundo).
El sargento James (Jeremy Renner) haciendo de las suyas.
domingo, marzo 14, 2010
CUANTOS COMO ELLOS...
Una foto para dejar constancia del agravio de nacer en una clase de segunda. Una foto como souvenir para aquellos que no se lo quieran creer.
Con motivo del fallecimiento de uno de los nuestros, uno de los grandes, Miguel Delibes, se emitió una de las 10 adaptaciones que de su obra se han hecho, y una de las mejores películas del cine español de todos los tiempos. Los santos inocentes, realizada por Mario Camus en 1984, es tan especial que es pensar en ella y comenzar a experimentar muchas emociones. Así que me dispuse a verla por tercera o cuarta vez (y las que quedan).
No he leído el libro (supongo que lo haré en algún momento), así que no puedo saber si la adaptación es correcta pero me fío de la palabra del maestro que dio el visto bueno a la película e, incluso (y según contaba Alfredo Landa en Versión Española, durante el coloquio de un día de 2006), a los actores que encarnan los tipos que recrea en su libro. Una novela rural, de costumbres, característica que el autor pucelano hizo propia a lo largo de su obra, con unos personajes muy definidos y contrapuestos, marcando la diferencia de caracteres que nos podemos encontrar a lo largo de la vida, creando un pequeño universo perdido de la mano de Dios.
Sin embargo, al principio de la película se nos hace partícipes de la localización de la historia. Ésta se desarrolla en Zafra, como bien vemos en el cartelón de la estación, desde la que, como si de un homenaje hacia la entrada del tren en la estación de la Ciotat de los Hermanos Lumière se tratase, vemos llegar el tren que ha de traer de vuelta a Quirce, el primero que nos muestra su visión de los hechos. Porque la historia, lejos de ser lineal y simple, está estructurada a través de una serie de flash backs según los recuerdos de cada uno de los miembros de la familia de Paco el bajo. Bueno, todos no, porque lo que Régula piensa no lo vemos, quizás porque sus miradas y silencios sean demasiado evidentes en todo momento. No lo sé, pero siempre me he preguntado el porqué. Quirce y Nieves son los hijos, junto con la niña chica, que huyen del cortijo en cuanto pueden, y no se lo podemos reprochar en ningún momento, aunque sí las actitudes hacia sus padres. Cada vez que veo cómo el chico se marcha de nuevo sin despedirse de su padre, tal vez para no regresar nunca, me hierve la sangre en las venas. No lo puedo comprender pero su carácter es así. Nieves es igual de callada pero parece ser más cumplidora con sus progenitores; sin embargo también prefiere cambiar de aires y marcharse a la ciudad en busca de una vida mejor. La pregunta que siempre me viene a la mente es si reniegan de sus padres, si se avergüenzan de todo lo que han pasado y habrán de pasar.
Paco el bajo. Landa definía su actitud y la del resto de la familia (Régula y Azarías) como amor, el más puro de todos. Y sólo así ésta es comprensible, sólo así podemos entender que no reaccione ante todos los desplantes que recibe del señorito Ivancito, desagradecido donde los haya. Habrá de ser Azarías, con su "miaja inocencia" el que haga justicia al fin, lo que todos deseamos suceda desde el inicio del film. Tanta miseria consentida, tanta desgracia junta, tanta tristeza engarzada en las miradas no es comprensible para aquel que sigue la historia de esta familia desde el sofá de su casa.
Azarías, el mayor de los inocentes, el mayor de los valientes.
Creo que la historia es harto conocida por los lectores que aquí se asoman por lo que no quisiera contar nada más, evitando colgar el habitual cartel de spoilers. Decir que se trata de una confrontación entre clases sociales donde los poderosos ejercen su mando con tiranía y los desafortunados acatan sin límites. Sólo comentar un par de datos, entre los que quiero destacar la labor actoral. Ayer pensaba en cómo un actor puede estar sublime en una película y en otras no destacar tanto y llegué a la conclusión de que esto depende de muchos factores pero el más importante es, sin duda alguna, el director. Mario Camus hace una excelente labor de dirección de actores en la película y ellos responden con maestría, regalándonos interpretaciones inolvidables. Paco Rabal, Alfredo Landa, Terele Pávez (¡qué porte, señores!), Juan Diego, Agustín González (cómo le echo de menos...), Mary Carrillo... Todos hacen de sus papeles pura verdad logrando extraer exclamaciones de rabia mal contenida en quien estas líneas escribe. Es tan bueno su trabajo que consigue que nos alteremos ante las injusticias y atropellos que se cometen contra los pobres desheredados de la tierra. Al visualizar el título de Fin sólo cabe alzarse del asiento y aplaudir. ¡Bravo!
Y qué decir de la fotografía maravillosa, como siempre, de Hans Burman. Son esas luces y sombras, esos amaneceres cubiertos de niebla, esas carreras alegres en los juegos de Azarías las que ofrecen el contexto necesario a la hora de imaginar a los personajes que pueblan el cortijo y sus alrededores, hasta llegar a La raya, lugar maldito donde se aparta a aquellos que no se quiere cerca más que para ordenarles hasta llegar al absurdo, a lo irracional de un hombre que se sabe superior por no sé cual ley natural.
La película es magistral, sin duda alguna. También sé que la materia prima lo era ya. Y hoy ya no contamos con su autor. Descanse en paz, Miguel Delibes.
sábado, marzo 13, 2010
ALL BY MYSELF
Cartel de la película.
Lo que un padre está dispuesto a hacer por un hijo (Viggo Mortensen y Kodi Smit-McPhee).
Lo primero que quiero destacar es la maravillosa fotografía. Javier Aguirresarobe, orgullo del cine patrio, hace un trabajo excelente a la hora de ilustrar una tierra apocalíptica. Los tonos ceniza que consigue con su pericia de artesano curtido a base de buen hacer casan a la perfección con aquellas imágenes mentales. La puesta en escena es realmente creíble, al igual que la caracterización de los actores, y la desolación hace acto de presencia desde el primer fotograma, logrando que el espectador se encoja un poco en su asiento.
La adaptación del texto (labor efectuada por Joe Penhall) consigue que lo que se encoja por momentos sea el corazón. La fidelidad es mucha (la historia sigue una linealidad clara a partir de los sucesos en el tiempo, siendo interrumpida por determinados sueños del padre a modo de flash backs, útiles a la hora de situar al espectador, de igual manera que sucede en la novela) a pesar de algún pasaje que en el libro está menos dibujado y que considero innecesario por su buscado efecto lacrimógeno (y porque sino Charlize Theron iba a cobrar por nada en absoluto). Y no hay nada que objetar más allá de que el inicio de la película se antoja apresurado. Pero entiendo la intención del director puesto que en la novela se suceden pasajes iguales (algo correcto y perfectamente comprensible puesto que en ese mundo todos los días lo son) y el peligro de aburrir al espectador era obvio (aunque a mí me hubiese gustado. Ya saben que soy de las que disfruta viendo crecer la hierba).
Michael K. Williams es uno de los malos a su pesar.
El trabajo actoral también es reseñable. Viggo Mortensen parece haber nacido para meterse en papeles difíciles, personajes de caracteres rudos y violentos (cuando han de serlo), ariscos pero honestos y leales, y aquí no hace una excepción. Su encarnación como padre protector de los suyos, sobrepuesto (a la fuerza) a la tragedia de no saber retener a la mujer que ama porque las cosas vienen mal dadas y ha de ser fuerte para acompañar a su hijo hacia el lugar que considera mejor para salir adelante. Un hombre íntegro, que ha de "llevar el fuego" hasta el final.
Y un hijo, interpretado por Kodi Smit-McPhee, que no se queda atrás y que aprende a luchar por su vida (a la fuerza pero así es). El pequeño le da la réplica a Mortensen con soltura y no se arreda ante un Robert Duvall prácticamente irreconocible y que da vida (es un decir) a uno de los personajes que se encuentran a lo largo de su tormentoso periplo hacia el sur. Él es Eli, el único personaje que tiene un (significativo) nombre.
La historia que se nos cuenta, en el libro y en la película, es desmoralizante a ratos (digamos que se trata de un experimento para comprobar como reaccionaría nuestra sociedad ante una situación extrema y el resultado, además de previsible, no es nada halagüeño) pero también reconfortante porque pone de manifiesto que hay lazos que jamás se rompen.
Una película recomendable, sin duda, pero no dejen de leer. Antes o después. Lo mismo da.
A modo de posdata les indico, queridos lectores, que si lo desean pueden hacer sus aportaciones en forma de comentarios acerca de películas como Precious, Celda 211, An education, La mujer sin piano, The lovely bones... ya que no creo que haga reseña de las mismas por falta de tiempo-fuerzas-ganas, como quieran llamarlo. Sin embargo, sepan que entraré gustosamente al trapo, lo saben de buen píxel, si me consideran candidata para sus debates. Mañana más.
lunes, febrero 08, 2010
UP IN THE AIR (JASON REITMAN, 2009)
Nueva reseña publicada en Plataforma21, esta vez dando caña al bueno de Jason Reitman.
http://www.plataforma21.com/02_cine/01.en_pantalla/up_in_the_air.htm
Sigo en ello.
lunes, enero 25, 2010
CON ALMA DE CIENTÍFICO
¿De qué se trata en esta ocasión? Después de la estupenda Caché (ya reseñada en este blog) - sin considerar el remake yanqui de Funny Games (2007) -, el cineasta alemán vuelve a la carga con una historia pequeña, ambientada en la Alemania previa a la I Guerra Mundial, y con una minúscula población como protagonista.
Aviso: SPOILERS
Con la paciencia necesaria y con un dominio preciosista de la narración, nos va introduciendo en la sociedad cruel e inflexible en la que viven los habitantes de este pueblo maldito. Una estricta moralidad judeocristiana impregna la vida en todas sus facetas y los dirigentes se rigen por la normas de lo virtuoso y lo correcto a los ojos de Dios (dirigentes entre los que excluyo al maestro, testigo de excepción y narrador en off de la historia, por no hacer una radical interpretación de dichas normas).
Cuando la respresión es desmedida, cuando las gentes actúan de determinada forma sólo por miedo a las consecuencias, cuando no se puede protestar ante un cacique inflexible, un pastor tirano y cruel o un maestro pusilánime, es entonces, tras mucho aguantar, cuando la rebelión estalla y del modo menos esperado.
Se suceden "accidentes" entre las gentes del pueblo: cables en medio del camino y palizas terribles que nos ponen en la pista de quiénes son los responsables. Lo mejor de todo es que Haneke consigue que no se lo tengamos en cuenta, aunque sea algo totalmente deleznable, porque sabemos que los verdaderos culpables de que todo ello suceda son otros, con sus reglas y su virtud mal entendida. Así es, podemos ponernos en la piel de los salvajes, aquellos que todavía no están capacitados para ofrecer una respuesta racional ante el sufrimiento. Y ahí radica la maestría del cineasta, que no permite que emitamos un juicio sin haber escuchado a todos los testigos. Y que se limita a mostrar realidades extremas, sí, pero posibles al fin y al cabo.
Salimos de la sala 2 sin respuestas pero con muchos interrogantes que resultan saludables para nuestra mente. En mi caso no me importa que queden cosas sin resolver, eso es lo de menos. Lo verdaderamente importante es la disección del ser humano a la que asistimos como espectadores privilegiados, a través de unas imágenes que rezuman belleza y poesía (me pareció magnífica la escena de la campesina muerta, con un encuadre perfecto, una imagen que no encuentro en ninguna parte).
Ese blanco y negro que tanto ha llamado la atención entre la crítica, especializada o no, da lugar a la muestra de nevados paisajes hermosísimos y a una veracidad buscada. Haneke afirma haber rodado así porque le apetecía y porque de esa época sólo tenemos testimonios sin colorear. Es más, se sabe que el casting estuvo marcado por la búsqueda de actores que tuviesen cara de principios de siglo XX (no hay más que ver a Christian Friedel caracterizado como el maestro de escuela para darse cuenta de ello). He de decir que, además de parecer transportados por la máquina del tiempo, todos ellos, niños incluidos, hacen una labor estupenda.
Dos visiones particulares de la naturaleza humana y de los porqués de su actuación. Ambas válidas y con resultados estupendos.
No me voy a extender en un análisis profundo de El manatial... pero se la recomiendo enfervorecidamente, como todo aquello que lleve el sello de Bergman. Como todo aquello que lleve el de Haneke. Disfruten.
jueves, enero 21, 2010
ME GUSTARÍA SABERLO...
En 1963 Maurice Sendak publicó Donde viven los monstruos (Where the wild things are), uno de los cuentos infantiles más estimados en la literatura contemporánea. Con escasamente 40 páginas y unas magníficas ilustraciones propias, el autor consiguió crear un mundo onírico en donde los niños malos pueden rebelarse a placer y hacer de las suyas rodeados de sus nuevos amigos: los monstruos.
Spike Jonze tenía interés en adaptar el pequeño cuento a la pantalla cinematográfica y lo ha conseguido. Y de qué manera.
En este caso, Jonze se ha valido de la ayuda del propio Sendak y de la de Dave Eggers para crear un guión inspirado en el libro y desarrollado con maestría. El cineasta utiliza el texto como punto de partida para crear una historia repleta de valores morales y con una enseñanza clara: aunque las cosas no sean como uno quiere hay mejores maneras de llegar a un entendimiento sin tener que pisar el peligroso terreno de lo irracional.
Max es un niño triste, que se siente menospreciado por su familia rota. Su madre no le presta toda la atención que debiera y su hermana está en esa edad en que los hermanos pequeños sólo molestan. El pequeño se rebela de la forma más imprevisible y, dando rienda suelta a su imaginación, se refugia en aquel lugar donde viven los monstruos, que ellos sabrán comprenderle mejor. Pero estos monstruos también tienen problemas y, al igual que Max, no siempre se sienten bien. Cuando el recién coronado rey se dé cuenta de que las cosas no son tan sencillas, de que a veces su comportamiento no es el adecuado, estará preparado para afrontar su vida con otra mirada.
Para dar forma a este mundo imaginario, Jonze se ha basado en las ilustraciones de Sendak y ha creado unos monstruos maravillosos, con caracteres prototípicos que no son sino la visualización del complejo carácter del protagonista. Para ello se han utilizado dos técnicas, la de la animación a través de actores que se meten en la piel peluda de los personajes, y la de la animación digital, con el fin de dotar a sus rostros de expresiones complejas. Las voces corren a cargo de gente como James Gandolfini (Carol) o Paul Dano (Alexander).
Para interpretar el papel de Max se escogió a un chico que demuestra una gran madurez a la hora de interpretar un papel que resulta complejo. Max Records debuta con un gran trabajo en todo momento, volviéndose loco cuando ha de hacerlo (qué grandes momentos salvajes) y dando cuerpo a una reflexión dura para un niño.
Son destacables también momentos en los que Max Records es absoluto protagonista de los planos, unos planos que conjugan esa luz cálida con la candidez de su rostro, con un resultado que más parece una oda al pequeño actor que una película de monstruos.
Y si todo esto lo acompañamos con una BSO de lujo, interpretada por Karen O and the Kids, para qué queremos más.
No se trata de una película de niños, es más, visto lo visto, ni siquiera creo que le guste a los más pequeños. Pero los mayores disfrutamos horrores con ella, nos emocionamos mucho y, en ocasiones, dejamos escapar una pequeña lágrima. Son directores como Jonze o el también creativo Gondry los que lo logran. Y nosotros nos dejamos hacer porque también queremos ser monstruos, aunque sólo sea por unos minutos.
miércoles, enero 13, 2010
EN OTRA OCASIÓN...
Moore, autodesignado como ruidosa conciencia social, es consciente de que provoca tantas simpatías como odios pero no por ello ceja en su empeño de mostrar al mundo realidades denunciables que quizá se queden en una mera crítica cuando está claro que el espectador se merece un análisis mucho más profundo. Sin embargo, si el ánimo lo permite, ese barniz crítico que se da a la actual situación económica puede provocar una profunda reflexión por parte del espectador, algo a lo que apela el cineasta que no gusta de un público pasivo. Tal vez parezca demasiado simplista por su parte, tal vez sea un hilo del que seguir tirando pero, aunque una salga de la sala pensando que tampoco ha visto nada nuevo, las más de dos horas se pasan volando gracias al ingenio del irónico cineasta bien arropado por un eficiente equipo de documentalistas y montadores.
Pura alabanza hacia Obama, presunta reencarnación de Roosevelt y nuevo "mesías"; entretenimiento y provocación a partes iguales en una receta que sigue siendo provechosa pero que no acaba de convencer.
Un último apunte: atención al cartel del film. No consigo saber quién es el autor pero supongo que será el mismo que hizo el diseño para In the loop (Armando Iannucci, 2009) y Burn after reading (Ethan y Joel Coen, 2008). Nuevos diseños para nuevos tiempos.
viernes, enero 08, 2010
NUNCA ES DEMASIADO TARDE
Isidoro Gómez (Javier Godino) haciendo pasar miedo a los protagonistas.
Un juego de historias enlazadas gracias al buen hacer de Campanella que, jugando con el recurso del flashback, es capaz de llevar a cabo una de las mejores adaptaciones cinematográficas vistas por mí a partir de la obra de Eduardo Sacheri (La pregunta de sus ojos, 2005). La labor del cineasta argentino es tan buena que, elaborando un guión junto con el propio Sacheri, es capaz de que el espectador perciba una obra que es leída en imágenes. Tal vez no sepa cómo explicarme ante una sensación que no había tenido previamente en lo que a visionado de películas se refiere, pero el hecho es que fue así. Y tras volver a ver un destrozo como es Alatriste (Agustín Díaz Yanes, 2006), la comparación, siempre odiosa, hace que no pueda sino ensalzar El secreto de sus ojos. Porque para mí sucede lo mismo. Nunca es demasiado tarde.