martes, mayo 11, 2010

LA ISLA INTERIOR (DUNIA AYASO Y FÉLIX SABROSO, 2009)


Cartel de la película.



Creo que no lo he dicho aquí antes: me gusta el cine español que se está haciendo en los últimos tiempos. O, al menos, una buena parte del mismo. Es más, matizo lo dicho afirmando que me gustan los actores que trabajan regularmente en estos momentos. Podría poner nombres pero me temo que la lista se haría larguísima y esta entrada perdería todo interés. Prefiero centrarme en la película que se anuncia en el título de la entrada que nos ocupa y que es la última que he podido ver.

Lo primero es lo primero y debo comentar que no he visto las películas anteriores del tándem Ayaso - Sabroso, por lo que mi desconocimiento de su trabajo es absoluto. No obstante, sí sé que suelen decantarse por el género de la comedia y que, a partir de Los años desnudos (2008) han cogido un camino orientado al drama que, en el caso que nos ocupa, es el género dominante.

Los cineastas proponen una pequeña historia ambientada en la isla de Gran Canaria, localización útil a la hora de situar a unos personajes que, cuanto menos, están aislados de todo y de todos. Este hecho me recuerda al cine de mi admirado Kim Ki - duk, siempre preocupado por el tema de la soledad y la incomunicación en la sociedad actual. La referencia puede ser válida desde el momento en que las relaciones que aquí se establecen son tan fuertes como lo es el amor fraternal que se deben todos y cada uno de los personajes protagonistas, un amor tan poderoso como el que se manifiestan / niegan los personajes creados por el cineasta surcoreano.

Una familia compuesta por los tres hijos, adultos ya, de un padre esquizofrénico y de una madre controladora. Cada uno afronta sus problemas como puede, en soledad y sin encontrar comprensión por parte de los demás: Martín vive fantasías creadas por su mente y adolece de obsesiones maníaco depresivas; Coral huye del dolor buscando amor y comprensión donde nunca podrá hallarlos; Gracia cree ser feliz en un mundo ficticio, el de la serie televisiva que protagoniza con éxito. Curiosamente, en lo profesional no han encauzado sus vidas tan mal. El verdadero problema radica en la familia, en cómo sobrellevar una problemática que es real y que nadie parece querer ver.






Martín sigue viviendo con sus padres, Victoria y Juan.



Pero empecemos a desenladrillar el cielo un poco. Permiso...


Atención: Spoilers


Prosigamos. Al principio se nos muestra la situación que desencadena el interés por conocer esta historia. Si Juan no hubiera sufrido el "accidente" que le ha de llevar a la muerte es probable que sus tres hijos decidiesen seguir cada uno por su lado, a pesar de que Coral y Martín se vean a diario en la casa de sus padres. Gracia, que vive en Madrid, ha de viajar a Las Palmas con urgencia, reencontrándose con una familia a la que necesita, lo cual demuestra con las numerosas llamadas que efctúa a lo largo del día. El problema radica en la imposibilidad de pedir ayuda. Pero no adelantemos sucesos. Como iba diciendo, Gracia regresa y se encuentra con que las cosas no van bien y parece que nadie quiera darse cuenta de ello. Así las cosas, ambos directores deciden ponernos en antecedentes, para lo que se retrotraen tres días en el tiempo y nos cuentan cada una de las historias; y por separado, a modo de capítulos precedidos por unos títulos en una tipografía creada por David Delfín (la misma que la utilizada en los créditos iniciales) que a mí, particularmente, no me gustan en absoluto (el toque infantil está de más para mi gusto).
Os podría hablar más de las historias, destriparos la película a los que no la hayáis visto todavía (pero si he avisado, señores), pero no, de lo único que quiero hablar es del trabajo de los actores.





Martín, Coral, Gracia y Victoria escuchan al médico, cada uno a su manera.

Atención a las expresiones de los rostros: son el resumen perfecto para cada uno de los caracteres.

Lo primero que he de decir, y con ello hago un breve resumen de lo que sigue, es que me quedé con las ganas de alzarme de mi butaca y aplaudir a rabiar. No lo hice porque una está bien educada y concienciada como para hacer el tonto en el cine, pero ya les digo que en el salón de mi casa me hubiese desquitado a placer.

Lo de Geraline Chaplin es algo a lo que ya estamos acostumbrados, pero no deja de sorprenderme la naturalidad de esta mujer que se ve tan frágil físicamente y, sin embargo, es capaz de crear unos personajes tan fuertes. Victoria es una mujer que, ante todo, apoya a su marido, su amor verdadero pese a lo sucedido en una etapa de sus vidas (descubrimiento horrible que hace el espectador y que condiciona los sucesos posteriores). Esta señora que traspasa la pantalla es maravillosa, digna hija de su padre.

Cristina Marcos da cuerpo y espíritu a un personaje sumamente frágil (todos lo son) y tierno. Su desesperación al comprobar como aquél al que ama y del que espera un hijo no está ni siquiera interesado en ella la lleva a sentirse diminuta hasta que su enfermedad mental (y la ausencia consentida de medicación) le lleva a crear situaciones terribles. Cualquiera podría ponerse en la piel de esta mujer que ha de abortar ante la imposibilidad de estar estable mentalmente y tener el bebé (no puede medicarse estando en estado). A pesar de todo ello, y de sus miradas de extrañeza al reencontrarse con los suyos (su personaje parece sentirse un tanto marciano al volver al hogar), no pierde la sonrisa y trata de comprender motivaciones como las de padre a la hora de abusar de su otra hija, Coral, interpretada por Candela Peña con gran acierto.

Es Coral la más fuerte de los tres hermanos, la más independiente (a nivel de la familia, eso sí, porque luego vemos como está totalmente enganchada a una relación con su jefe, interpretado por el enorme Antonio de la Torre, que no le beneficia en absoluto). Peña compone un personaje que se rebela y que estalla en el momento menos pensado, desencadenando así la tragedia. La escena en que se enfrenta a su padre (Celso Bugallo) con una rabia descontrolada es memorable y es la catarsis que necesitaba desde hacía mucho tiempo.


Coral y Martín se miran tras la escena en la que ella rompe con el tabú familiar.

Pero, para mí, es el personaje de Martín el más interesante de la película. El trabajo de Alberto San Juan es brillante, una vez más. De un tiempo a esta parte lo estoy encontrando en distintos proyectos y considero que ha crecido tremendamente como actor y que es uno de los valores seguros que tiene el cine español a día de hoy. Nos quejamos mucho del cine que se hace en este país pero lo cierto es que, como digo, contamos con buenísimos actores y San Juan es una buena prueba de ello (¿para cuándo una entrada dedicada a él? Pues, como la cosa siga por estos derroteros, antes de lo que ustedes piensan). El actor nos hace un regalo con el papel de Martín, profesor de Literatura enamorado platónicamente de una alumna (una pena que la joven actriz, Gara Mora, no sepa / pueda estar a su altura a la hora de darle la réplica), absorto en sus cavilaciones de tal manera que no puede darse cuenta de la tragedia vivida en su casa años atrás (es maravilloso el momento en que le dice a Coral que no recuerda lo que allí pasó), un enfermo, al fin y al cabo, que despierta una ternura infinita. Alguien debería cuidar a este niño encerrado en el cuerpo de un atractivo hombre evitando caer en la sobreprotección materna que, al final, es lo que más daño puede causarle (ya iré a París, ya tendré tiempo de escribir mi novela).

La película termina habiendo pasado muchas cosas, pero con un reultado similar al del comienzo. No sabemos si los tres hermanos conseguirán salir adelante con un mínimo de felicidad en sus vidas. Parece que no son capacer de unirse ante la adversidad y, por parte de Victoria, la madre, no podemos esperar la menor ayuda: ahora que falta su amado seguramente se convierta en una muerta en vida. Un drama familiar con todos los ingredientes.

Ayaso y Sabroso nos cuentan estas historias complejas, un muestrario barroco (por la complejidad de los caracteres que la conforman y si ánimo de desprestigiar el film con un adjetivo que no se debe entender como peyorativo) de cómo las familias pueden llegar a ser una mordaza, una soga al cuello que, en determinados momentos, asfixian hasta el límite.

Se trata de una película correcta, con una estupenda dirección de actores que ponen todo de su parte para contar con enorme realismo una historia conmovedora que coloca nudos en la garganta y que, de ser algo menos almodovariana en su estética, sería de matrícula de honor.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué de tiempo bolboreta. soy aquel nabo que alguna vez te estuvo enguarrando ésto con despotriques cinefileros. espero que te vaya bien en todo eso y lo demás. un saludo maja.

bolboreta dijo...

¡No me lo puedo creer! Pues me alegro mucho de verte por aquí de nuevo que se te echaba de menos.
Gracias por los buenos deseos, lo mismo te digo.
Saludos.